El gobierno encabezado por la presidenta Cristina de Kirchner está
utilizando un sistema biométrico que, gracias al nuevo DNI, en pocos
años tendrá un registro de rostros y huellas dactilares de toda la
población. Si bien la presentación del sistema SIBIOS – Sistema Federal
de Identificación Biométrica para la Seguridad- se realizó en noviembre
de 2011, el debate y la discusión política han sido escasos a pesar de
ser la mayor violación a las libertades individuales desde el regreso a
la democracia en la Argentina.
En noviembre de 2011 el gobierno nacional argentino presentó el sistema
SIBIOS (Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad).
Se trata de un nuevo sistema de identificación biométrica centralizado,
con cobertura nacional, que permitirá a los organismos de seguridad
(Policía Federal, Gendarmería, Prefectura, Policías provinciales) y
otros organismos estatales (puede ir la Infografía) cruzar información
con datos biométricos y otros datos personales. Un dato biométrico es
una característica física única que permite identificar con poco margen
de error a una persona. Ejemplos de estos datos son las huellas
dactilares, el ADN, la geometría de la mano, análisis del iris, análisis
de retina, venas del dorso de la mano, reconocimiento facial, patrón de
voz, firma manuscrita, análisis gestual, etc.
Como si fuese un plan perfectamente ejecutado, la noticia ni sonó en los
grandes medios de comunicación ni tampoco tuvo ningún tipo de debate a
nivel social y político, algo que sí sucedió en la mayoría de los países
donde se quiso implementar este tipo de tecnologías intrusivas y
controversiales.
Pocos gobiernos democráticos en el mundo han logrado concretar un plan
tan ambicioso como este, al que sin dudas podríamos calificar como la
mayor violación a las libertades individuales desde el regreso a la
democracia en Argentina. Han sido numerosos los países que han
emprendido proyectos similares y que no han podido implementarlos, bien
sea por la resistencia de la sociedad o por declararlos
inconstitucionales.
Otros países
En Inglaterra, una de las democracias más vigiladas del mundo, en el año
2010 una ley obligó al estado a destruir todos los registros
biométricos almacenados, derogando la ley del 2006 que creaba un
registro nacional de identidad donde se almacenaban los datos de las
tarjetas de identidad. Algunas de las razones de su fracaso fueron las
inquietudes expresadas por organizaciones de derechos humanos,
activistas, profesionales de seguridad informática y expertos en
tecnología así como de muchos políticos y juristas. Muchas de las
preocupaciones se centraron en las bases de datos que almacenaban los
datos de las tarjetas de identidad, luego de que algunas dependencias
estatales “perdieron” discos con datos pertenecientes a 25 millones de
británicos.
En EE.UU., a pesar de los intentos de varios gobiernos, no existe a la
fecha ninguna tarjeta o documento de identidad nacional, ni tampoco hay
una agencia federal con jurisdicción en todo el país que pueda emitir
tarjetas de identidad de uso obligatorio para todos los ciudadanos
estadounidenses. Todos los intentos legislativos para crear una han
fracasado debido a la tenaz oposición de los políticos tanto liberales
como conservadores, que consideran al documento nacional de identidad
como un signo de una sociedad totalitaria (En EEUU no existe un registro
de identidad). A pesar de ello luego de las ocupaciones de Irak y
Afganistán el ejército estadounidense construyó una base de datos con
registros biométricos de 1 millón de afganos y 2 millones de irakies.
En Francia en marzo de 2012 se declaró inconstitucional la ley que
establece que más de 45 millones de sus habitantes deberán digitalizar
sus rostros y huellas dactilares en lo que se convertiría en la mayor
base de datos de registros biométricos de aquel país. Los argumentos
para tomar esa decisión fueron que la nueva ley viola los derechos
fundamentales a la privacidad y presunción de inocencia.
El Nuevo DNI argentino
En 2011 se comienzan a entregar los nuevos DNI, por primera vez en la
historia argentina. Los tan necesarios DNI -a diferencia de muchos
países en Argentina es obligación identificarse cuando la policía lo
requiera y para la mayoría de los trámites en organismos estatales y
privados- son entregados en un tiempo récord: solo una demora de entre
quince y treinta días y no como anteriormente cuando la espera podía
llegar a demorar mas de un año. Ahora está claro que la contraparte de
facilitar y agilizar en todo el país el trámite para obtener el nuevo
DNI es obtener lo más rápidamente posible los registros biométricos
(rostros y huellas dactilares) de los cuarenta millones de argentinos.
En marzo de 2012, hace más de un año, el gobierno señaló que había 14
millones de registros biométricos y que llegarían a completar los 40
millones de argentinos en los siguientes dos años.
El objetivo de SIBIOS: vigilancia masiva y menos libertades
En el discurso de presentación del sistema SIBIOS, la presidenta argentina señaló que este representa "un salto cualitativo en la seguridad y en la lucha contra el crimen", gracias a la posibilidad de poder identificar a cualquier persona en tiempo real "sobre todo hoy donde hay en casi todos los lugares cámaras que permiten filmar e identificar rostros".
Con el nuevo sistema se podrá identificar a cualquier persona que
circule por un espacio público donde haya cámaras de videovigilancia y
si es necesario personal policial podrá mediante un lector de huellas
dactilares conocer en tiempo real la identidad de un individuo.
¿Por qué el uso de la biometría atenta contra nuestra libertad?
El potencial de abuso de un sistema de estas características es
incalculable, sobre todo conociendo el poco feliz historial de nuestras
fuerzas de seguridad: desde poder identificar a los participantes de una
manifestación pública, hasta poder controlar a alguien en base a sus
movimientos, cruzando datos con otros registros privados y estatales.
En un estado realmente democrático una herramienta como SIBIOS otorga
demasiado poder al Estado y reduce significativamente el de sus
habitantes.
Como señalábamos en otra nota, ya estamos viviendo en una sociedad de
control, sociedad que se propone aplicar a cada uno de sus miembros
dispositivos de control y vigilancia que antes estaban únicamente
destinados a los delincuentes.
Para el filósofo Giorgio Agamben,
en las sociedades de control, la relación normal del Estado con los
ciudadanos es biométrica, es decir, de sospecha generalizada: todos
somos criminales en potencia que vivimos en un Estado de excepción
permanente que está haciendo desaparecer la distinción entre la esfera
pública y la privada. En este estado de excepción, el Estado de derecho
es desplazado cotidianamente por la excepción, y la violencia pública
del estado queda libre de toda atadura legal.
SIBIOS es un exponente de este estado de excepción permanente, de este
nuevo Estado biométrico que viola nuestras libertades en nombre de una
mayor seguridad para la población.
Por todo esto decimos que SIBIOS es el mayor atropello a las libertades
individuales desde la vuelta a la democracia, principalmente porque es
invasivo a nuestra privacidad y porque viola el principio de presunción
de inocencia. Por otra parte las supuestas ventajas de la biometría son
más que discutibles. Mientras la creciente industria de la seguridad y
la biometría convence a políticos y empresarios de su fiabilidad y
precisión hay innumerables ejemplos de que esto no es tan así.
5 argumentos contra el uso de la biometría y de SIBIOS:
1. Dá demasiado poder al Estado a costa de nuestras libertades
2. Viola nuestro derecho a la privacidad y el principio de presunción de inocencia
3. Es un arma de doble filo por el potencial de abuso de los datos almacenados
4. La biometría no es una tecnología infalible y ya se han demostrado muchos de sus fallos
5. La biometría es una tecnología que mientras más tolerada y aceptada
sea, más facilita la implantación de un estado totalitario
Fuente: Control de Acceso y ANRed
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Comentarios: Tiemblo de pensar en que esos datos caigan en manos equivocadas, o que sean vendidos por algun empleado deshonesto ...